Hace un tiempo, me consideraba la mujer más impaciente que conozco, incluso tenía un lema “el que espera se desespera” y es que la sola idea de aguardar por un taxi o la fila en un banco, para mí era un suplicio, podrán imaginarse lo que era para mí un proyecto… cuando se me ocurría hacer algo, quería desarrollarlo de inmediato y por lo tanto obtener los resultados de un día para otro. Cuando no era de este modo, me desesperaba, pensaba en abandonarlo porque pensaba que ya las cosas no se darían. Con el transcurrir del tiempo y dado que he tenido que experimentar situaciones , algunas muy buenas , otras no tanto, aprendí a valorar el tiempo, a valorar la espera ,a tener paciencia y a darme cuenta que puedo tener muchos planes , pero por encima de ellos está la voluntad de Dios. Al planear nuestros proyectos, estamos preparándonos para vivir un proceso que nos hará conocer cosas y persona nuevas, donde aprenderemos y cosecharemos resultados que no siempre serán del todo b
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